Insomio, yo?!? Mal, yo?!?!

Mi terapeuta me llamó. Le conté. Me dijo que ok, que deje la dosis en 10 y que nos vemos el jueves. Me hubiera encantado poder decirle que quería verla antes... que necesitaba verla antes. Y no sé por qué no lo hice. Porque soy tonta, porque le perdí la costumbre a no estar bien, por suerte.

Hago cosas que me asustan. Pienso, se me ocurren formas de conseguir "cosas" que jamás hubiera pensado que podrían ocurrírseme. Y, sin embargo, se me ocurren. Y no sólo me asusta que se me ocurra, sino que me asusta el tener que contárselo. Sí, es tonto, es tonto que sea algo tan "grave" (como me dijeron una vez) y yo sólo piense en que tengo que decírselo, pero por alguna razón la vergüenza juega un papel enorme en esto.

Desarmé un saca-puntas. Eso es todo lo que puedo decir. Si me hubieran dicho hace un par de meses que volvería a cortarme, no lo hubiera creído. Pero sí. Y es peligrosamente adictivo. Y no sé por qué.

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Ayer me dormí a las 4 y media de la mañana. Me trago una cantidad considerable de pastillas para todo tipo de males, entre ellas una pequeñita destinada a hacer que duerma bien, y allí estaba, sin poder dejar de pensar, sin poder dormir, quedándome dormida y volviendo a la conciencia una y otra y otra vez. Y cada vez que volvía a ser consciente de que estaba despierta, todo mi cuerpo me picaba, y todo mi cuerpo parecía estar cargado de energía que no podía liberar.

A las 4:30 decidí tomar 1 mg de alprazolam. Ansiolítico. No sé cuánto tardé en dormirme. Solamente sé que hoy a la mañana, al mediodía y hasta la tarde que POR SUERTE pude volver un rato a casa antes de tener más trabajo, me quedaba bizca del sueño. No podía focalizar los ojos. Y a pesar de toda esa energía, a pesar de que a la hora de ir a dormir, realmente no quería ir a dormir, a la mañana realmente tenía sueño.

Algo está mal y no sé qué es. Hacía rato que algo no estaba así de mal. Siento que voy cayendo en espiral (por más que no me refiera a "caer" en el sentido estricto) y que me salgo de control por momentos. Y estos momentos son cada vez más frecuentes.

No veo la hora de que llegue el jueves, y aun así sé que sólo serán 50 minutos y luego volveré a la rutina, al estrés que me están provocando los cambios en mi trabajo, cambios que implican más responsabilidad y más tensión y, por consecuencia, en mí, más inestabilidad, al menos en este momento de mi vida.

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