Y la rueda sigue intentando rodar

Hoy tuve terapia.

Antes de ayer y el día antes de ayer me corté como nunca lo había hecho desde que empecé a cortarme hace 17 años (con la interrupción de 6 años entre 2005 a este año, 2011). O sea, peor.
Hoy le dije a mi analista lo que había escrito sobre mi futuro y ella me contestó que ahora lo veía así porque veía todo así, negro.

Le dije que por supuesto, pero que no podía pensarlo de otra forma y que no podía guiarme por cómo quería ver las cosas o siquiera por cómo podía ver las cosas en ningún momento, ya que hace un par de años, si alguien me hubiera preguntado si yo creía que volvería a cortarme, yo habría contestado que no, sin dudarlo. Y aquí estoy, peor que nunca antes, quién sabe por qué química misteriosa.

Repasó mi historia clínica, repasamos pensamientos.

Y, casi al final de la sesión, me lanzó algo que nunca pensé que me haría pensar tanto. Sí asumo que venía diciendo que estaba cansada de tomar medicación, que no entendía qué diferencia hacía una pastilla más, una pastilla menos (a lo que me respondió que hace MUCHA diferencia, claro!), y que estaba harta, sinceramente, de probar cuánto medicamento hubiera en la vida, sin éxito llegado el caso. Que no veía el fin.

Claro que no ves el fin, me dijo, porque estás deprimida. Bleh, deprimida o no, estoy harta de tragar pastillas y pastillas que sólo me dan efectos secundarios y que hacen que me pregunte cómo sería yo sin toda esta medicación encima. ¿Cómo sería yo sin toda esta medicación? ¿Cómo sería? ¿Sería más delgada? ¿Sería más gorda? Tantas preguntas...

Y, todo esto venía a la frase final, si en 15 o 20 días no levanto el ánimo, vamos a incluir litio. El litio me remonta a el recuerdo de cuando recién empezaba con ella. Cuando probábamos con estabilizadores y ninguno parecía funcionar hasta que la lamotrigina fue mágica. Y recuerdo haberle dicho a mi madre eso: que la siguiente opción sería el litio; como última opción en realidad. Mi madre había expresado un rotundo "NO, LITIO, NO". Creo que estaba en la etapa en la que todavía no aceptaba que su hija, siendo ella psiquiatra, podía tener un trastorno bipolar.

Teniendo ese bagaje, la palabra litio tiene para mí una connotación no muy alentadora. No sé por qué (además de eso, claro). Probablemente porque además se requieren análisis de sangre y cosas por el estilo para asegurarse de que los niveles en sangre no se vuelvan tóxicos. Entonces mi analista me mandó a hacer unos análisis para confirmar que esté todo bien, sólo por precaución. Claro, incluyen extracción de sangre. Y mis brazos son una masacre.

Yo NO PUEDO ir a sacarme sangre así, y se lo dije claramente. Me dijo que dijera que mi gato me había arañado mucho. Le dije que lo que tenía no se podía justificar por ningún gato bajo ningún concepto. Que no se podía justificar. Que simplemente no podía ir así. Que no iba a ir así. Le puso fecha de hoy.

No voy a ir así. Estoy pensando en alternativas como vendarme y decir que me curaron una quemadura o algo, pero no sé. Y estoy pensando que mis padres vuelven de viaje el lunes por la noche y no sé qué voy a decirles, porque sé que en algún momento se van a dar cuenta, lo van a descubrir y la reacción, palabras más, palabras menos será ésta:

madre: "hijaaa.... otra vez... ¿qué pasó, pasó algo, lo estás viendo con E.?"

padre: "ooootra vez con la misma historia?!"


Sí, otra vez. Nunca se fue. Nunca se va a ir. Solamente está en silencio. Ahora lo sé.

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