Y un día volví

Y sí. Pasó como un mes desde que escribí, porque simplemente se me hace pesado el hecho de entrar para escribir (punto aparte sobre esto), y en el medio, volví a trabajar (con muuuuuchíiiiisima difícultad) y algunas otras cosas.

Por empezar, quiero dejar constancia que cuando dicen o titulan notas como "La Argentina Bipolar", me encantaría que en realidad la llamaran "La Argentina Ezquisofrénica", porque es lo que es. Cada cual en su mundo propio y sin pensar en los demás, algunos pensando en los demás, incluso en los que no piensan en los demás, y otros tantos aprovechándose de todos, incluso de los que no piensan en los demás. Y entonces, existen mundos propios, con cada persona o grupo argumentando acaloradamente a favor de él como si fuera la verdad absoluta. Psicótico, bah. (Para referencias sobre este tema, situarse en elecciones a Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, 2011).

Empecé a trabajar de nuevo el 11 de julio. Había abierto mi horario desde las 12 para poder hacer lo que hacía, supervisar (no lo llamaría así, pero bueno) carpetas y eso además de dar clases. Ese primer día me pusieron clases en el mismísimo horario en el que supuestamente hacía eso, y cuando hablé con mi supervisor me dijo que como iba a empezar despacio y todo eso, le parecía que iba a ganar más dando clases que con las carpetas y el trabajo administrativo. Claro, al hablar con R., me dijo que ella estaba yendo a las escuelas a hacer eso y entonces me di por enterada (indirectamente) que no tenía más ese puesto (por llamarle así). Di-vi-no. Gracias por ser tan sinceros y directos. Gracias, muchas gracias.

Di clases, soy clases, de ahí a que gane más de lo que ganaría haciendo el otro trabajo, hay un espacio grande. Odié dar clases, no soporté dar clases. Quise irme a la m*#$r%ª y no volver.

Me enteré de cosas, de cambios, supongo que porque todavía soy amiga de mis amigas allí dentro. Aunque sea un poco y por más que me sienta extrañamente lejos. Cambios importantes, muy. Y en medio, me confundí horarios, me quedé dormida y no llegué a una clase (me desperté media hora entrada la clase y nadie me había llamado), y tengo baja tolerancia a los alumnos. Y sigo sintiéndome cada vez más, que pasan cosas y yo no me entero. Ahora más, con los cambios de jefes a altos rangos, con nuevas posiciones a mis amigas, con el puesto que yo tenía y luego R. y ahora no tiene nadie.

Y a todo esto.... no me corté más. Supongo que fue automático y no sé por qué. Empecé a trabajar y por más que sintiese deseos, era como si no tuviese tiempo, o no encontrase el momento o cuando podía, me dormía sentada. Y luego fue cediendo. A veces sigo queriendo, deseando hacerlo, pero no me deo haciéndolo, no lo veo hecho por más que quisiera. Y sí quiero pero no puedo. Es extraño. Quiero pero no puedo. Antes era, quiero no hacerlo pero no puedo dejar de hacerlo.

Creo que me siento un poco mejor, de a ratos por lo menos. Pero ese sentimiento de inutilidad sigue en mí, demasiado fuerte. Ese sentimiento de que no puedo ser feliz, no puedo ser exitosa, no puedo mantener un puesto ni obtener un puesto importante y probablemente no logre nunca tener uno, está allí, MUY fuerte. Y me detesto por eso. Lo odio. Y no me sirve lo que me dice E., que hay mucha gente que no es bipolar que puede tener momentos difíciles también, en los que necesita tomar un descanso, o cosas así. Porque sería lo mismo que pensar en que hay mucha gente sin techo, entonces mejor me conformo viviendo con mis padres. O hay mucha gente sola a los 50, entonces estar sola a los 34 no es tan terrible. Si nos comparamos con lo peor, siempre estamos bien, pero no se trata de eso, se trata de lo que nos pasa a nosotros y cómo lo comparamos con nosotros mismos y, eventualmente, con el porqué o el porqué no relacionado con la enfermedad, que aquí, lamentablemente, juega un factor importante.

Y sentir que me resigno a vivir donde vivo, con mis padres.... no sé. Ahora, sinceramente, es lo de menos. No pienso en ganar más para vivir sola. Quizás sea porque no sé si soy capaz de vivir sola o porque cuando quiero estar sola simplemente me quedo en mi habitación y ya. O porque si viviera sola estaría tirada en la cama y no podría hacer ni la mitad de las cosas y estarían comiéndome los bichos. Pero detesto pensar en que no puedo estudiar algo que quiero, aun cuando alguien de mi edad podría tranquilamente estudiar y recibirse. Sé que no puedo, porque gracias si puedo leer dependiendo del día. Porque no tengo constancia. Porque tengo suerte de haberme recibido alguna vez de algo, antes de que mi enfermedad estallara por completo.

Creo que la últimna vez que soñé, soñé algo relacionado con el suicidio. Con esa sensación de que no existe esperanza, no existe nada qué hacer o por lo que vivir y daría lo mismo. Que no hay ya  algo que me mantenga aquí. Probablemente es porque estuve pensando en eso. No en hacerlo, ni siquiera contemplándolo, pero sí pensando. Pensando en lo que me mantiene acá, en mis padres, en mi papá que no tiene trabajo y está deprimido (y en cómo, una vez cuando niña, él estaba deprimido y yo le confesé a mi mamá mi miedo sobre él y el suicidio). No sé, pienso en eso. Pienso en todo pero nada en concreto. Hace unas semanas que pienso así y no me animé a decírselo a E. Sé que está mal, sé que debería habérselo dicho en algún momento, pero no sé cómo. Y sé que a estas alturas no debería ser así, que no sepa cómo, pero evidentemente sí hay cosas que me dan vergüenza. No sé por qué. Y es claro que me preocupa como para que aparezca en mi sueño.

No sé qué hacer con todo esto que escribí. Y como me causa vagancia entrar y loguearme y escribir, como decía antes, me compré un diario (sí, un diario!) con candado y todo, para escribir a mano. JA!!

Quién lo hubiera dicho. Lo hice toda mi adolescencia, escribir. Tengo en línea escritos todos los eventos entre 2002 y 2009 o 2010. Y ahora me compro un diario. Es evidente que sin darme cuenta, me gusta documentar mi vida, pero como todo, mi sueño de tener un libro, editarlo y todo eso, no podrá cumplirse como esas niñas que escriben sobre la anorexia y sobre su autolesión y así, sin más, tienen una autobiografía en el mercado.


Y se va la segunda....

Y no me estaba pasando para el otro lado. Falsa alarma. Me duró uno o dos días. Luego vino la irritabilidad y más depresión. Y los cortes y más cortes. Y que no me alcance terapia. Y que E. me diga que le preocupa que quiera, inconscientemente, volver a cuando tenía veintialgo. Y que la llame porque me quedé pensando. Y la llame de nuevo por otra cosa. Y luego, me extendió la licencia otros 15 días, hasta el 8 de julio. Ok.

Los cortes siguen. Mal. Mal, mal. Pensé que me sentía un poco mejor la última semana, porque de hecho podía interactuar más con mis padres, aun cuando para ir a la farmacia, simplemente me pusiera la campera y las zapatillas, pero debajo conservase el piyama. Y antes de ayer a la noche, sentí que empezaba a caer... como cuando los aviones van bien, van volando tranquilos (supuestamente) y de pronto, tienen algún problema y entran en pérdida, y se ve esa imagen horrible de cómo suben la trompa y luego caen hacia atrás y es irremediable. Eso sentí.

En terapia, E. me preguntaba sobre los cortes. Qué sentía, qué pensaba. Estaba hablando o intentando contestarle, pensar lo que hablábamos y empecé a irme. Irme de mí. Me escuché diciéndole algo así como que "pensaba en muchas cosas como...-" y no pude continuar porque mi voz sonaba tan lejana que no era mi voz. Y me preguntaba cosas y yo era yo y no era. Me disocié por primera vez en años. Hacía muchísimo tiempo que no me pasaba algo así. Y termino terapia, esos 50 minutos que no me alcanzan para nada y me quedo con tanta angustia que no sé qué hacer.

Hoy todo se me cae. Literalmente. Los libros se me caen, los aros se me caen. No me puedo comunicar con nadie. Pareciera que todos mis contactos, mis amigxs están un paso más adelante en cuanto a comunicación. Me uno a facebook para poder estar en contacto, y ellxs se contactan por otro lado. Me tomo licencia y ellxs parecieran estar más cerca que nunca. Voy a volver y no voy a entender nada. Sí, me da miedo. Hasta quiero llamar a E. y me da ocupado!!!

Me bajé de una calesita un día, y cuando me quise acordar, no sólo no me pude subir más, sino que no se parecía en nada a la calesita de la cual una vez me había bajado.